El otro día fui a ver la película Rompiendo el Hielo (Happy Feet).
La historia es la de unos pingüinos emperador que creen en Dios y que cantan muy bien. Resulta que un día nace un pingüino, Happy Feet, que no sabe cantar pero es estupendo haciendo claqué. Los demás pingüinos emperador se chotean del bailarín, que finalmente, tras un exilio con otros pingüinos de otra especie, se siente menos solo. En un momento dado los pingüinos emperador se mueren de hambre porque no hay bastantes peces y lo atribuyen a la maldición del bailarín. Happy Feet va a investigar ese misterio y se da cuenta de que son "los alienígenas", es decir, los hombres, quienes dejan el mar sin peces. Persigue un barco, y acaba en un acuario de lujo en Occidente. Un día, en el acuario, se pone a bailar y gracias a eso se convierte en una celebridad y puede volver al Polo Sur y los hombres toman la decisión de dejar algún pez en el mar, y colorín colorado, este tostón se ha acabado.
A mí la película me pareció técnicamente interesante pero un rollo macabeo: no se puede discutir la calidad de la animación, pero yo no me reía nada, aunque a las dos sapitas que me acompañaban se les escapó alguna carcajada. Aparte de que se mofa de los sentimientos religiosos, en el fondo el mensaje que se deduce de la película es que los hombres no van a dejar nada vivo, y que para que los bichos sobrevivan van a tener que aprender a hacer claqué. Dado que sólo Esperanza Aguirre y su gobierno quieren el Parque de Guadarrama, ya me veo con un cachirulo en la cabeza aprendiendo a bailar la jota a ver si dejan mi charca en paz. ¿Cómo quedará en sapo eso de La Virgen del Pilar diceeeee? ¿Croa croa croa croaaa croaaaaaa croaaaaaaaaaa? Ya me imagino el impacto mediático: "La noticia de que hay sapos bailarines en la Sierra de Guadarrama convence a Simancas y Narbona de no sabotear el Parque Nacional". Soñemos, amigos, que soñar es gratis...
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